Dos meses habían pasado desde que salieron de la Selva del Terror y estaban exhaustos. El Comandante, casi sin fuerzas, intenta preparar un hechizo que les permitiera volar y… ¡¡funcionó!!
Nada sabían del General Ruperto y ningún monstruo, luchador o cazador, había aparecido durante el trayecto. Así fue, que sin mayores dificultades, volaron hacia la Montaña de los Sentimientos.
Al llegar, lo primero que ven es a dos de los peores monstruos de Ruperto custodiando la montaña. Son: Tortonio y Momoniazotón.
Aterrizan y se enfrentan en una lucha feroz. Dos hechiceros caen y desaparecen. Los monstruos, que a simple vista se notaba que iban ganando, son derrotados por su propia torpeza y se destruyen entre ellos.
Sólo queda encontrar El Libro en la inmensa montaña. Los cinco magos comienzan a escalar y al llegar a la cima, ven al Guardián del Libro que los estaba esperando.
Jomontor, no era como los demás monstruos, si bien se les parecía bastante, él obedecía a Las Fuerzas del Bien. Simplemente debía entregar El Libro al hechicero que respondiera correctamente el acertijo.
Y así, en un idioma incomprensible, preguntó a los visitantes: ¿Qué Libro Es Eterno? El comandante de los hechiceros se adelanta y en esa misma extraña lengua, responde: “EL LIBRO DE LAS PROFECÍAS ETERNAS”.Jomontor se lo entrega y desparece haciendo mucho ruido.
Los magos, con El Libro de las Profecías en su poder, rápidamente se ponen a buscar página por página, el hechizo que hará volver a todos los hechiceros asesinados y una vez reunidos, juntos, vencerían a Ruperto.
Le tocó nuevamente al Comandante realizar el hechizo y con un “TU – MALALLA – LA – LAJU – KI”, pronunciado tres veces, se iluminó la montaña hasta dejarlos casi ciegos. Eran setecientas esferas de luz, con setecientos magos adentro, que comenzaban a decender hasta donde estaban ellos.
¡¡Ya tenían un ejército!! Ahora… ¡¡¡A VENCER!!!
CAPÍTULO CUATRO: A VOLAR…
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CAPÍTULO CUATRO